jueves, 31 de mayo de 2012

Innato

  Iba andando por esa oscura calle de una sola dirección y mi mirada se cruzó con él. Era pequeño pero sus ganas de comerse el mundo, esa energía inmensa emitía una luz llena de ilusión, llena de vida. Con torpeza cada paso que daba  dejaba caer gotas de esfuerzo, pero se sentía feliz. El mundo de las preocupaciones estaba a años luz, le quedaba mucho por aprender, explorar, equivocarse, sentir, vivir.
De repente algo le hizo tropezar y cayó, una  piedra  que estaba en su camino o sus propios pasos tal vez. Así y todo, sin maestro ninguno más que él mismo, se levantó poco a poco  recuperando el equilibrio, como si de alguna magia innata le empujara, se puso en pie y siguió hacia adelante, dejando atrás esa caída,  dando el primer latido de una recién nacida fuerza y voluntad. Empezando a crecer como persona.


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