domingo, 29 de abril de 2012

Eterna primavera.

  La felicidad es la mejor maestra. Nos dejamos llevar por ese cóctel de emociones que nos despierta un largo letargo de invierno para dar paso a la estación de las sonrisas. Esa mezcla corre por tu venas, maneja los latidos descontrolados de tu corazón. Te tambaleas sin parar por ese magnífico paisaje, las mariposas bailan en tu estómago, el sol brilla con más fuerza, todo tiene otro color, te sientes lleno de vida, inagotable, feliz. Pero de pronto, el viento deja de soplar a tu favor, la lluvia tiñe de gris esos colores, tus ojos se empapan de tristeza, tu alrededor se vuelve borroso, te pierdes y empiezas a hundirte...de repente  algo te agarra la mano, algo que nunca te abandona, la esperanza. Y es en ese momento cuando te das cuenta que esa primavera eterna no es más que un ciclo que gira por  polos opuestos y que tu, navegante de ese rumbo debes fluir en él, disfrutando sin anticiparse ni quedarse atrás, viviendo el momento.



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